escrito de Benedicto XVI sobre abusos sexuales
Sexualidad

Clara respuesta de Benedicto XVI a los abusos sexuales. La pedofilia desde el 68.

Acaba de salir publicado un escrito realizado por el Papa emérito Benedicto XVI. En el da una clara respuesta a los abusos sexuales que se están dando hace años y la postura de la Iglesia ante estos.

El texto, cuyo título es «La Iglesia y los abusos sexuales», hace un recorrido por la historia desde décadas atrás y nos va desvelando como transcurrieron los hechos que, sumados, dieron lugar a la realidad actual.

Y para darnos verdadera luz, no ha dudado en sacar a relucir una Carta Encíclica clave para conocer profundamente cómo S. Juán Pablo II ya hizo eco de esta grave situación en su momento: Veritatis Splendor.

Todos somos conscientes de la realidad que están aconteciendo dentro del seno mismo de la Iglesia. Muchos interrogantes surgen en nuestro interior. Se escuchan voces que claman apertura de la Iglesia hacia la homosexualidad. Otros se rasgan las vestiduras ante este gran escándalo. Y también los hay, los que más, que aprovechan para insultar a todos los clérigos, monjes, cristianos… comenzando por el Papa Francisco. «Violadores, pedófilos…. poco menos que criminales», son los apelativos que he tenido que escuchar en varias ocasiones.

Así que este texto que ha escrito Benedicto XVI es una luz que viene a iluminar a todo aquel que tenga la mirada más allá de sus propia visión. Que sea capaz de dejar cabida a otro punto de vista para conocer la verdad. Viene a esclarecer el origen de todo este amasijo putrefacto que se ha enquistado en la Iglesia.

El Papa emérito, conocido por sus numerosos escritos y su gran sabiduría y discernimiento, se ha visto en la obligación de ayudar a la Iglesia en «esta hora difícil», como sostiene. Quizás podríamos estar ante la peor amenaza que ha sufrido la Iglesia hasta hoy.

Desde dentro se pretende destruir esta institución que durante siglos ha sido sostenida por el Espíritu Santo. Y actualmente, así continúa, pese a la maldad que se ejerce sobre ella, pese a los propios miembros de esta que en tantas ocasiones damos un testimonio contrario a lo que es el Amor de Dios. Pese a tantas fuerzas demoníacas (porque sí, el demonio sí que existe!!) que la quieren aniquilar.

La Iglesia perdura y sigue presente en este mundo porque es el Arca de la Alianza. Arca que nos conduce en medio de las aguas de la muerte, hacia la felicidad eterna sostenida por Cristo.

Benedicto XVI nos relata en este escrito, como desde la década de los años 60, en concreto en la llamada «revolución del 68», se fue introduciendo una visión distorsionada de la sexualidad humana. Estalló la libertad sexual dando cabida a todo tipo de acciones sexuales. El mundo desde ese momento fue perdiendo la referencia del bien y del mal. El relativismo nos comenzó a arrastrar a validar todas las prácticas sexuales. El amor libre abría las puertas al incesto, homosexualidad, pedofilia…

Esta situación llegó hasta la propia Iglesia. Algunos seminaristas eran instruidos en una visión sexual separada de la apertura a la vida, dentro del plan de la creación de Dios. Como nos recuerda con estas palabras:

Parte de la fisionomía de la Revolución del 68 fue que la pedofilia también se diagnosticó como permitida y apropiada.

Para los jóvenes en la Iglesia, pero no solo para ellos, esto fue en muchas formas un tiempo muy difícil. Siempre me he preguntado cómo los jóvenes en esta situación se podían acercar al sacerdocio y aceptarlo con todas sus ramificaciones. El extenso colapso de las siguientes generaciones de sacerdotes en aquellos años y el gran número de laicizaciones fueron una consecuencia de todos estos desarrollos.

 

La Iglesia comenzó a aceptar desde diversos sectores esta mentalidad que corrompe profundamente a las personas desde su propia dignidad.

Se perdió el concepto de ley natural que sostiene nuestras acciones dentro de una verdad y en base al bien.

De esta manera los actos serían buenos o malos según el parecer de cada uno.

Esta perspectiva extrapolada a la sexualidad  rompe el concepto de amor como donación y entrega fecunda. La Iglesia fue sembrada por la semilla del mal y las raíces se extendieron profundamente engañando a muchos jóvenes.

Esos jóvenes seminaristas, actualmente hoy sacerdotes de edad adulta y vejez, son los que han sido visibilizados y denunciados como pedófilos, abusadores sexuales y homosexuales.

Son víctimas de una sociedad que perdió el referente del sentido verdadero de la sexualidad humana. La cultura del hedonismo se instauró. El pansexualismo inundó hasta las mentes más nobles.

Fue cuando comenzó también la Ideología de género que empuja todas estas relaciones sexuales sin límites, sin moralismos, sin bien o mal.  El «todo vale» que deja a las personas sin referentes para guiar la conducta.

¿Por qué se llegó a aceptar la pedofilia y a introducir en tales proporciones? pregunta el Papa emérito. Por la ausencia de Dios, nos dirá en estas líneas.

Es por ello por lo que finalizo con palabras suyas que debemos grabar en nuestro corazón y tenerlas presentes. El mundo necesita de Dios. Este mundo que marcha a la deriva necesita encontrar el sentido, el origen y fin de su existencia. El mundo necesita personas que, sin miedo, anuncien este Dios que con su amor transforma todo el mal en pura felicidad, gozo y paz eternas.

Por encima de todo, nosotros tenemos que aprender una vez más a reconocer a Dios como la base de nuestra vida en vez de dejarlo a un lado como si fuera una frase no efectiva.

Hemos de mostrar el significado verdadero de la sexualidad como acto sublime de amor que hace realidad la entrega de Cristo por amor a nosotros. Fuera de ahí entra en juego la búsqueda del placer y éste no llena las ansias de felicidad que todo ser humano tenemos.

Dentro de la Iglesia sigue habiendo mucha confusión, el mensaje de Cristo es tergiversado y manipulado según intereses egoístas y personales. La ideología de género está encontrando personas que aceptan sus postulados del sexo libre. Es momento, pues de salir de nuestra comodidad y dar testimonio y razones fundamentadas de la  alegría y sentido de nuestra fe.

Te animo a leer el escrito que ha sido publicado íntegro y traducido al español en aciprensa.

Un saludo y hasta pronto:

 

ALICIA BEATRIZ MONTES FERRER

 

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