La singularidad de la naturaleza del varón y la mujer
Amor,  Defensa de la Vida humana

El sexo no se construye

Uno de los rasgos más fantásticos del ser humano es la singularidad de nuestra naturaleza. Es importante apreciar como esta característica nos hace ser únicos e irrepetibles frente al resto de personas, nos otorga una suprema dignidad de entre todos los seres vivos y conlleva la diferencia de ser hombre o ser mujer.

Esta singularidad la tenemos por el propio sexo dado por naturaleza, hombre o mujer. Lo cual choca con la ideología de género que pretende igualar a ambos, no tan sólo en los derechos y dignidad, que efectivamente, lo son, sino en su misma esencia.

La naturaleza nos es dada, no la elegimos ni la construimos.

“Igual que el diamante solo se pule con diamantes, la persona únicamente crece y madura cuando entra en contacto íntimo con otras personas, poniendo en juego lo que cada una de ellas tiene de más estrictamente personal: el entendimiento y la voluntad y, en lo que nos atañe, su radical singularidad, que afecta a esas y a las restantes potencias o facultades”. (Leopoldo Arias palacio)

Este texto nos remite a varios aspectosbásicos en la sexualidad humana: la complementariedad dentro de la singularidad de cada persona, la dimensión social, así como la necesidad de poner en juego tanto la inteligencia como la fuerza de la voluntad.

La persona es una unión de cuerpo y alma, un todo donde todo se relaciona, lo corporal, lo espiritual y lo psíquico. Sin embargo, este ser tiene también sus peculiaridades que enraízan en la diferencia del ser humano según el sexo con el que ha venido a este mundo: o hombre o mujer, con su feminidad o masculinidad, complementos perfectos.

La singularidad  de la naturaleza del hombre y mujer son dos realidades iguales.

Iguales en cuanto a seres humanos en relación a los seres vivientes pero cada uno con su propia identidad sexual: su modo de hacer, de pensar, de soñar, incluso diferentes en la forma de expresar el amor… contienen unas peculiaridades, visibles en unos casos fácilmente, más ocultas en otros.

Blanca Castilla y Cortázar nos habla en una de sus obras[1] de la persona como apertura, como ser-con, la cual, siguiendo a Zubiri, nos dirá que la persona vive en comunión con otras personas. Está influida y afectada por ellas, se trataría de su realidad humana que es afectada por los demás. El principio de socialización lo hallamos en la persona no en la naturaleza, la cual siempre dice referencia al menos a otra persona.

Esta idea nos remite a la vocación con la que hemos nacido todas las personas: la de amar. En este artículo hablamos sobre el concepto de amor desde varias perspectivas y veíamos que Aristóteles nos lo presenta como : “querer el bien del otro en cuanto a otro”.

La dimensión principal que caracteriza a la persona es la de su realización por y para amar, sin amor carecemos de fundamento y sentido. Tan sólo para poder alcanzar una verdadera felicidad podemos realizarnos amando a los demás, no encerrándonos en el propio yo que nos vuelve egoístas.

De ahí que en la vocación del matrimonio el amor sea un darse por completo al otro en una dimensión trascendental, siendo varón y mujer, cada uno en la singularidad de su naturaleza.

Mikel Gotzon Santamaría nos presenta esta idea del ser hombre y ser mujer enmarcándola en un significado que radica en el poder creador de la persona: el amor y la paternidad, la entrega total de un hombre a una mujer es la entrega total de una persona-padre a una persona-madre. Este doctor nos da como respuesta a la causa de porqué existe la diferencia sexual, a la necesidad de tener hijos[2].

El Catecismo de la Iglesia Católica en el número 1643 nos recuerda:

“El amor conyugal comporta una totalidad en la que entran todos los elementos de la persona, reclamo del cuerpo y del instinto, fuerza del sentimiento y de la afectividad, aspiración del espíritu y de la voluntad; mira una unidad profundamente personal que, más allá de la unión en una sola carne, conduce a no tener más que un corazón y un alma; exige la indisolubilidad y la fidelidad de la donación recíproca definitiva; y se abre a fecundidad”.

Aquí es donde podemos enmarcar el sentido de la sexualidad de las personas. Lo propio de la singularidad de su naturaleza de ser hombre y ser mujer. Pero, este asunto lo podremos ver en otra ocasión.

Así que ya sabes, el sexo no se construye

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Un saludo, la Paz y hasta muy pronto:

ALICIA BEATRIZ MONTES FERRER

[1] BLANCA CASTILLA Y CORTÁZAR, Persona y género, ser varón y ser mujer, Ediciones Internacionales Universitarias, Barcelona, 1997.
[2]MIKEL GOTZON SANTAMARÍA , “Saber amar con el cuerpo”, Ediciones Palabra, Madrid, 1996, Pp. 58.

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