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LA INTELIGENCIA EMOCIONAL DE DIOS: MODELO PARA LOS PADRES

Se oye mucho sobre la inteligencia emocional pero ¿habías escuchado alguna vez hablar de la inteligencia emocional de Dios?

Los años van transcurriendo y esa pareja de jóvenes que se comprometieron para permanecer juntos para siempre observan como a su alrededor esos retoños que hasta hace poco llevaban pañales, ahora se están haciendo mayores. Aadolescentes con cuya relación parece haber cada vez más distancia, malentendidos… es como si un muro hubiese aparecido entre ambos y la comunicación resulta casi imposible.

Emplear la inteligencia emocional de la que todos podemos gozar, es una herramienta muy eficaz, que tarde o temprano, en el trato padres-hijos, da muy buenos resultados. Y puede ser clave para afrontar esta nueva etapa de la adolescencia. Dios en su inmensa sabiduría nos ha dotado de ella y nos puede ayudar a sacarle el máximo rendimiento.

¿Quieres saber cómo la inteligencia emocional de Dios es un modelo para los padres?

 

Hijos y padres.

 

Ser padres no es fácil, supone todo un reto, maravilloso, no me cabe la menor duda,  pero ser hijos tampoco resulta sencillo a veces.

La psicóloga Martha Alicia Chávez nos citará en su libro «Tú hijo, tú espejo. Un libro para padres valientes», en relación a lo que un padre entraña:
Eres el arco para que tus hijos, flechas vivientes, se lancen al espacio. El arquero ve la marca en lo infinito y Él es quien se doblega con su poder, para que sus flechas partan veloces a la lejanía
El Papa Francisco nos relata mediante el salmo 128 en su Exhortación apostólica Amoris Laetitia, la belleza de la familia.
“Tus hijos como brotes de olivo…”
Los hijos son la herencia, el regalo que nos da el Señor a nosotros, padres, esposos, para que los cuidemos, eduquemos y amemos indicándoles el camino hacia la Eternidad.
Los hijos, fruto de este amor esponsal, han de ser obedientes para poder aprender de ellos los valores que necesitan para vivir con libertad.
Honra a tu padre y a tu madre (Ex 20,12),
En este contexto el verbo “honrar” indica el cumplimiento de los compromisos familiares y sociales en su plenitud .

Pero sabemos que conseguir que los hijos sean obedientes, no es tarea fácil y de ahí surgen bastante problemas familiares. En esto sí que necesitamos tener mucha inteligencia emocional.

Llegada una edad y unas circunstancias que suelen coincidir con la adolescencia y juventud, cuando esa cuna que le ha tenido protegido durante sus primeros años de infancia y niñez, se queda pequeña. Será cuando empiezan poco a poco a volar por su cuenta, ansiosos por tomar las riendas de su vida en un mundo que se les antoja lleno de oportunidades, aventuras…¡ todo es tan excitante!
No obstante también suele ser una época con sombras, miedos, interrogantes sobre todo lo que les rodea. Observan su propio cuerpo que cambia asombrosamente. E incluso pueden comenzar a presentar comportamientos de rechazo hacia los padres, que, en ocasiones, ni ellos mismos saben identificar claramente el por qué y menos aún controlarlos.
Buscan su lugar en el mundo, quieren dejar de ser niños, pues ya no lo son, pero están sumergidos en multitud de inseguridades, afectivas y emocionales. Lo cual  les pueden impedir alcanzar esa seguridad y por tanto esa madurez ansiada.
Quieren sentir por ellos mismos, saborear la vida, lo que incluye también sus peligros, (esos que los padres intentan a toda costa evitarles).
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Están dispuestos a pagar un precio muy alto si fuese necesario con tal de poder vivir en libertad, una libertad mal entendida y que les puede llevar a sufrir mucho.

Son años en los que los amigos son lo principal para ellos, en los que comienzan a aparecer los primeros enamoramientos. En los que vivir a tope es sinónimo de independencia y la buscan de mil maneras distintas. Distanciándose, si hace falta, de todo lo que huela a “padres”.

Escuchar con inteligencia emocional.

La llegada de la adolescencia no debe significar que ese hijo ya no sea el que era, que se haya vuelto un egoísta, mentiroso o irresponsable. No quiere decir que nuestra relación se base casi únicamente en dar órdenes, sermones, broncas, castigos y culpas.
La educación emocional de Dios. Modelo para los padres

Los padres a veces olvidamos escuchar el corazón de nuestros hijos, ese mundo lleno de emociones y sentimientos que le desbordan, acercándonos a ellos, a su yo interior.

Estar al acecho para rebatir o responder cuando se acercan a nosotros perjudica enormemente la relación. Tan sólo necesitan ser escuchados con una actitud de comprensión. A esto se le llama actuar con inteligencia emocional.
La experta en habilidades emocionales Beatriz Serrano Garrido, nos indica que, sintetizando el término, a inteligencia emocional nos referimos cuando actuamos inteligentemente.

Es decir, cuando usamos nuestras capacidades para analizar el porqué de las conductas, de las situaciones que se han dado para un comportamiento determinado. Cuando discernimos sobre qué obstáculos hay para buscar soluciones y ser hábiles para enfrentarnos al conflicto.


Para que todo esto pueda darse, se hace necesario primero que estemos atentos a los propios sentimientos, … para así entender nuestros propios comportamientos y de esta manera poder adentrarnos más fácilmente en el interior de nuestro hijo.

¿Qué dicen las Sagradas Escrituras?.

La Biblia nos ofrece muchos relatos donde se pone de manifiesto que el mismo Dios,  acercándolo un poco a nuestra realidad humana, mira a las personas con esa inteligencia emocional.

Es el culmen de la inteligencia que va mucho  más allá de nuestras propias capacidades y a lo que se nos invita a hacer con los demás, lo cual no es otra cosa que mirar a los demás con amor.

Moisés, considerado un traidor por los egipcios, tartamudo y débil. José envidiado, menospreciado y vendido por sus hermanos. S. Pablo, un asesino perseguidor de cristianos. María Magdalena, una pecadora pública rechazada por esa sociedad judía donde tan sólo estar a su lado era motivo de impureza. Zaqueo, recaudador de impuestos que se enriquecía a costa de quitar parte del dinero a los demás… Hay un sinfín de personajes, que como tú y yo, o como nuestros hijos, muestran un sufrimiento interior por causa de sus pecados o por el de los demás.
Que ante la sociedad o sus familiares no dan la talla, que sus comportamientos están muy alejados de lo que se espera… pero sin embargo Dios se fija en cada uno de ellos, los mira con amor, traspasando esas barreras de envidias, egoísmos, lujurias, asesinatos, adentrándose en su corazón y transformando sus vidas.
Tal y como ha hecho y hace con nosotros, fijando sus ojos en cada uno, no por ser los mejores, sin tener en cuenta nuestras sombras.

El Señor escruta los corazones de los hombres…  Quiere hacer con cada uno de nosotros una historia maravillosa, también con nuestros hijos, que son suyos.

Tú hijo adolescente también puede que sea presa de su propio pecado, que se sienta rechazado o presionado.

Padres con inteligencia emocional.

 
Con un adolescente en casa, un padre con inteligencia emocional no entrará en el juego de discusiones, gritos y demás. Se centrará a pensar antes de responder, a reflexionar y a escuchar ese corazón lleno de sentimientos, para así, con el amor siempre como escudo, atenderle.
Cuando nuestro hijo era un bebé, debemos recordar, que no siempre éramos capaces de identificar a la primera, (ni a la segunda o tercera) qué quería decirnos con su llanto. Tan sólo con el tiempo, conociéndole más con el roce diario, pudimos enseguida identificar el llanto con el hambre, sueño o dolor.
Sin embargo no siempre es lo que parece.
Se me ocurre un ejemplo que me ocurrió un día  bañando a mi bebé de 7 meses. Estaba con sus juguetes habituales en la bañera, le di uno nuevo que había encontrado de sus hermanos y mi sorpresa fue que se puso a llorar de una forma ansiosa y repentina. Se lo quité y continuó tranquilo jugando con los que ya tenía. Al darle otra vez el nuevo, volvió a mostrar la misma reacción. Sinceramente, no tenía ni idea de qué le ocurría. No sabía si lo que sentía era miedo o susto, pues hacía un ruidito como un sonajero, que le daba rabia por no poderlo sujetarlo bien con sus manitas aún inexpertas… sin embargo, más tarde comprendí que lo que tenía era un gran cansancio y por lo visto, el nuevo juguete le generaba un plus de estímulos que en esos momentos ni podía ni quería recibir.

No siempre vamos a saber qué le ocurre a ese hijo adolescente nuestro que nos mira con desprecio, que nos habla con humillación y falta de respeto, que se encierra en su dormitorio o incluso que pudiera dar algunas  muestras de violencia.

Ya no llora y patalea como cuando era un bebé, ahora sus necesidades las reclama de otra forma. Pero sigue siendo una llamada de atención hacia nosotros. Detrás de esto siempre hay un motivo que le lleva a esa actitud y éste nunca será el hacernos daño. Nuestro papel como padres es saber discernir el origen de esta y ayudarle a él a encontrar otras vías para gestionar sus sentimientos con mejores resultados.

De esta manera les estaremos abriendo el camino para que ellos también desarrollen esa inteligencia emocional expresada anteriormente.


En relación a esto, si te interesa este tema, puedes leer el artículo Tres consejos para enseñar con mayor éxito a manejar las emociones


A menudo tienden a ir a lo suyo. Fácilmente se evaden en su mundo, lo cual puede indicar una actitud egoísta, que, aunque no siempre lo sea, han de aprender a salir de ese ego, ese yo, y ponerse en el lugar del otro, de su padre  y su madre, de sus hermanos, los cuales también tienen una historia, un pasado y un presente.

Han de  aprender también a ver el corazón de sus padres que sufren por ese hijo tan amado.

Entrar en esa espiral, en ese juego de reproches no facilita las cosas. Nosotros como padres estamos llamados a mostrarles el amor incondicional con nuestra presencia, el amor de Dios, centrándonos en su corazón, buscando todo lo bueno que hay dentro de él, porque hay mucho potencial ahí dentro. Tiene grandes riquezas que son propias de la grandeza a la que estamos llamados por nuestra dignidad como Hijos de Dios y para ello necesitan de nuestra ayuda aunque muestren a menudo lo contrario.
El Papa Francisco en la Exhortación apostólica Amoris Laetitia, nos citará con gran sabiduría unas reflexiones que nos conducen a esta realidad educativa que a menudo se vive en el seno familiar:

A veces se ama con un amor egocéntrico propio del niño, fijado en una etapa donde la realidad se distorsiona y se vive el capricho de que todo gire en torno al propio yo. Es un amor insaciable, que grita  o llora cuando no tiene lo que desea. Otras veces se ama con un amor fijado en una etapa adolescente, marcado por la confrontación, la crítica ácida, el hábito de culpar a los otros, la lógica del sentimiento y de la fantasía, donde los demás deben llenar los propios vacíos o seguir los propios caprichos (239).

Muchos terminan su niñez sin haber sentido jamás que son amados incondicionalmente, y eso lastima su capacidad de confiar y de entregarse. Una relación mal vivida con los propios padres y hermanos, que nunca ha sido sanada, reaparece y daña la vida conyugal (240) .

Si los padres no somos capaces de ver con los ojos del corazón a nuestro hijo, ¿quién lo hará por nosotros?.

Si no podemos aceptar a ese hijo que hace tan sólo unos años nos lo comíamos a besos entre nuestros brazos, ¿Cómo podrá aceptarse y amarse así mismo?

Sin embargo no debemos olvidar que ha de tener delante suya siempre unos referentes y guías.

Para esto se hace necesario que haya una disciplina con autoridad firme pero cariñosa. Como nos recuerda la psicóloga Martha Alicia, anteriormente citada:

Amar y aceptar incondicionalmente a un hijo no significa permitirle todo, no ponerle límites, no levantarle la voz nunca, no ser firme, no experimentar sentimientos de enfado o el resentimiento; sino más bien significa amarlo como es, aun en los momentos en que te encuentres verdaderamente molesto con él.

Lo que debemos rechazar es su comportamiento no su persona.

¿Qué te ha parecido esta inteligencia emocional de Dios. Comparte tu opinión con nosotros.
Con mis mejores deseos de que disfrutes la vida con gran inteligencia emocional a imagen de Dios.

No te vayas sin echarle un vistazo al fantástico e imprescindible libro que acabo de publicar, un completo manual para todos los que nos preocupamos por la educación de los niños para que crezcan libres y sin caer en los engaños de la IDEOLOGÍA DE GÉNERO.

Pincha en la imagen para leer el resumen.

 

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Un saludo y hasta muy pronto!!.

 

ALICIA BEATRIZ MONTES FERRER

 

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