Uno de los rasgos más fantásticos del ser humano es la singularidad de nuestra naturaleza. Es importante apreciar como esta característica nos hace ser únicos e irrepetibles frente al resto de personas, nos otorga una suprema dignidad de entre todos los seres vivos y conlleva la diferencia de ser hombre o ser mujer. Esta singularidad la tenemos por el propio sexo dado por naturaleza, hombre o mujer. Lo cual choca con la ideología de género que pretende igualar a ambos, no tan sólo en los derechos y dignidad, que efectivamente, lo son, sino en su misma esencia. La naturaleza nos es dada, no la elegimos ni la construimos. “Igual que…