¿Es bueno el placer sexual? ¿Nos otorga más libertad?
En la primera parte de esta publicación estuvimos analizando los términos placer, libertad y esclavitud. Es importante tenerlos claros porque si no nunca llegaremos a dar con una respuesta según la verdad.
Muchas cosas nos esclavizan como vimos y nos impiden ser libres aunque quizás ni nos demos cuenta.
Estamos sumergidos en una cultura hedonista que nos incita constantemente a buscar el placer sobre lo que también reflexionamos en esa primera parte.
En esta ocasión vamos a centrarnos en buscar una respuesta al interrogante de si el placer esclaviza o hace más libre, según la Iglesia católica.
El Youcat (el Catecismo de la Iglesia para los jóvenes) en el número 409 nos dice sobre la masturbación, práctica generalizada de búsqueda del placer:
“La masturbación es una falta contra el amor, porque convierte el placer sexual en un fin en sí mismo y lo desvincula del desarrollo integral personal en el amor entre varón y mujer…”
Puedes acceder a este fabuloso libro, imprescindible para todos los cristianos, desde aquí mismo:
Es decir, que el placer sexual Dios lo ha creado para un fín específico y que no es otro que el de enriquecer y aumentar el amor entre los esposos…
Por supuesto que puedes usar de tu libertad para buscar el placer como quieras, cuando quieras y con quien te plazca. Pero te aseguro que cuanto más placer busques así, más infeliz serás.
La libertad de la que estamos capacitados los humanos supone saber elegir de entre una serie de alternativas la que más nos conviene por ser lo verdaderamente bueno.
“En esta época se vuelve muy riesgoso que la sexualidad también sea poseída por el espíritu venenoso del «usa y tira». El cuerpo del otro es con frecuencia manipulado, como una cosa que se retiene mientras brinda satisfacción y se desprecia cuando pierde atractivo. ¿Acaso se pueden ignorar o disimular las constantes formas de dominio, prepotencia, abuso, perversión y violencia sexual, que son producto de una desviación del significado de la sexualidad y que sepultan la dignidad de los demás y el llamado al amor debajo de una oscura búsqueda de sí mismo?”. (153).
Como ves habla de la relación que hay entre usar la sexualidad como una forma de buscar el placer, es decir, fuera de su verdadero sentido, con la violencia sexual y otras formas de dominio hacia la persona.
Algo muy en la actualidad. No son pocas las voces de especialistas en el ámbito educativo, que nos alertan de la necesidad de una educación sexual desde las escuelas para acabar con estas dramáticas situaciones.
El problema radica en que unos lo piden para hacerlo de un modo objetivo, o sea, tal y como es según la naturaleza humana, y otros, lo están comenzando a hacer bajo el pensamiento de la ideología de género.
Esto último se enseña a los alumnos mostrando la sexualidad con la posibilidad de que esté alejada del amor, o sea, por puro placer. Es más, el amor se enseña alejado de un amor comprometido y fiel. Sobre qué es el amor vedadero ya te lo expliqué en otro publicación, aunque si lo prefieres lo puedes ver en mi canal de YouTube aquí.
Se explica a los niños y jóvenes que el placer como satisfacción de los deseos hacia la otra persona es bueno, incluyendo la autoestimulación, es decir, la masturbación.
Por lo tanto, el placer está alejado de el amor y de la sexualidad.
«Un amor si placer ni pasión no es suficiente para simbolizar la unión del corazón humano con Dios»
Así que el fin es este, el amor profundo y real hace presente el amor que nos une a Dios.
El placer sólo no es amor, el amor se expresa mediante el cuerpo. Para ello están también las manifestaciones de cariño que tienen un sentido más allá de lo externo.
No basta con una atracción física o el simple enamoramiento afectivo. Debe haber ya un comienzo de amor personal en la pareja.
En caso contrario, estos gestos de cariño lo que mostrarán en realidad serán el hambre de placer o de afecto que se tiene. Por lo tanto se actuaría sin libertad porque recuerda que es más libre el que más ama. Y amar no es utilizar al otro para que te de placer.
El otro no será vivido como una persona a la que entregarse, sino como un objeto que satisface el apetito sexual del mismo modo que un caramelo satisface el gusto ( Mikel Gotzon Santamaría, “Saber amar con el cuerpo”).
La sexualidad como una máquina de placer.
Hemos de estar atentos ante esa visión que se nos introduce incesantemente en medios informativos y de comunicación. Con el pretexto de la libertad sexual se muestra que la sexualidad es un instrumento de placer, delegada a pura genitalidad. Simples instintos cual animales con una visión superficial y vacía de su riqueza profunda para las personas.
Como ya te he explicado, esta sociedad está impregnada de una cultura hedonista que invita a buscar el placer ante todo y sin esfuerzo, darse el gusto… sin compromisos serios, sin rumbo, dejándose llevar por lo que pide el cuerpo. Ya sabes, lo que dice la canción «dale a tu cuerpo alegría Macarena…»
Esto nos lleva a personas inmaduras, que utilizan a los demás según les apetezca o convenga. Son personas vulnerables que se dejan atrapar por sus propios instintos.
El amor, el compromiso y la libertad según S. Juán Pablo II
El amor consiste en el compromiso de la libertad: es un don de sí mismo, y “darse” significa precisamente “limitar su libertad en provecho de otro”.
Maravilloso libro que te recomiendo para tener un profundo conocimiento sobre estos temas del amor y la sexualidad humana
Cuando tu vida la das por amor para siempre a otra persona eres realmente libre.
Ahí, en ese contexto que es el de los esposos, es donde el placer tiene sentido. No se tienen relaciones sexuales utilizando al otro egoístamente, si no por entrega amorosa hacia la otra persona de toda la totalidad de su persona. Esto es el matrimonio cristiano del que también te hablé en otro artículo.
La libertad está hecha para el amor.
Cuando se tienen relaciones sexuales utilizando a la otra persona, al final lo que quedará es un profundo vacío. Una sensación de insatisfacción permanente e infelicidad.
Si el amor no la emplea, si no la aprovecha, se convierte precisamente en algo negativo, da al hombre la sensación de vacío.
Pero es imprescindible un esfuerzo de la voluntad para poder amar realmente. Cuando perseguimos sólo el placer esa capacidad inteligente de decidir hacia el bien queda anulada por completo. En lugar de salir de sí mismo, la persona queda encerrada en su «yo» que es una forma de esclavitud.
S. Juán Pablo II también nos habla de la diferencia entre la tendencia, es decir, lo que nos empuja hacia alguien, a lo que es el amor, que te hace también sentir atracción pero en otro sentido.
La tendencia , quiere sobre todo tomar, servirse de otra persona, el amor, por el contrario, quiere dar, crear el bien, hacer felices”.
Vivir según las apetencias, lo que más guste o lo que uno sienta que le hace sentir mejor, es vivir sin utilizar nuestra inteligencia para reflexionar y tomar decisiones correctas, para saber esperar y para frenarnos cuando algo no nos conviene.
En este sentido el placer esclaviza. No da más libertad.
El hombre inferior vive aferrado a lo inmediato, mientras que el hombre superior se proyecta hacia adelante, sacrificando la satisfacción pronta e inmediata.(Enrique Rojas).
¿Te consideras esclavo del placer o vives en libertad? ¿Crees que el placer esclaviza o hace más libre? Déjanos tú opinión en los comentarios.
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