Significado de los dones del Espíritu Santo. Pentecostés
Defensa del Cristianismo,  Espíritu Santo

El significado de los dones del Espíritu Santo

Los dones del Espíritu Santo.

Los Dones del Espíritu Santo fueron enviados a los Apóstoles el día de Pentecostés, a los 50 días de haber resucitado Jesús. Los cristianos seguimos cada año celebrando esta celebración en la Iglesia.

El Espíritu Santo forma junto a Dios y Jesús la Santísima Trinidad, los tres son uno sólo, pero cada uno con una función distinta: El Padre creador es Dios, el Hijo que nos salva del pecado es Jesús, y el Espíritu Santo nos regala unos dones para ayudarnos a ser cristianos, ser muy felices y alcanzar la Vida Eterna.

El profeta Isaías nos anunciaba ya los dones del Espíritu Santo. Nos anuncia también una creación nueva porque reconstruye nuestro ser destruido por el pecado.

A través del bautismo y especialmente en la Confirmación recibimos este Espíritu Santo, así Dios habita en nosotros. S. Pablo dirá:

«Ya no soy yo quien vive si no que es Cristo quien vive en mí».

La Santísima Trinidad vive dentro de nosotros.

Los dones son gracias particulares que se nos concede con el Espíritu Santo.

Estos dones nos ayudan a poder vivir una vida cristiana auténtica.

Para poder vivir una vida virtuosa, para capacitarnos vivir el mismo espíritu de Cristo, es la gracia que nos capacita para que en nosotros pueda darse Cristo.

Jesús dirá: “yo soy el agua viva, si alguno tiene sed que venga a mí”. Esto nos recuerda también al diálogo que tuvo Jesús con la Samaritana en el que le dijo a esta mujer: “si tu conocieras el Don de Dios, en ti tendrías esta fuente de agua viva”. Pues este don de Dios es el Espíritu Santo.

Todos necesitamos ese Espíritu Santo dentro de nosotros y en Pentecostés lo recibimos de una forma especial.

Estamos continuamente pidiendo que nos solucionen los problemas, pedimos ayuda, pedimos consejos… pero si tuviéramos estos Dones del Espíritu Santo ya tendríamos el consuelo y la ayuda que necesitamos.

Este Espíritu Santo, también llamado “paráclito”, es nuestro defensor ante los problemas y peligros, es nuestro consolador en los momento de tristeza y sufrimiento, es el que nos ilumina la vida cuando no entendemos las cosas que nos suceden. El Espíritu Santo nos da discernimiento para distinguir entre el mal y bien, entre la voluntad de Dios y la voluntad nuestra que muchas veces es errónea.

En muchas ocasiones estamos esperando que las demás personas nos tengan en cuenta, nos hagan sentir mejor, nos den ánimos. Le pedimos a los otros pero no nos damos cuenta que los cristianos tenemos dentro de nosotros esa fuerza que viene de lo alto. Por esto, tras la resurrección, cuando Jesucristo vence a la muerte entra en el cenáculo, en el día de Pentecostés, estando las puertas cerradas y le dice a los apóstoles: “recibid el Espíritu Santo”. Ya se los había anunciado antes de morir: “no os dejaré huérfanos, os enviaré el defensor, el abogado”.

Pero para tener este Espíritu Santo hay que pedírselo al Señor. Él no nos obliga, es paciente. El Espíritu Santo nos toca a todos nuestro espíritu cuando hemos escuchado el anuncio de que Dios nos ama tal y como somos.

San Pablo lo dice:nosotros hemos recibido un Espíritu de hijos, no de esclavos para recaer en el temor”.

Por esto los cristianos con la fuerza de los Dones del Espíritu Santo, no tenemos miedo, porque somos hijos adoptivos de Dios, igual que los Apóstoles el día de Pentecostés.  Cuando tenemos ese primer contacto con Dios es cuando empieza a vivir en nosotros ese Espíritu Santo.

El Espíritu Santo lo recibimos con el sacramento del Bautismo pero puede quedar como dormido dentro de nosotros si no continuamos en contacto con la palabra de Dios y los Sacramentos.

En Pentecostés y todos los días Señor nos quiere dar a todos estos Dones del Espíritu Santo.

Don significa regalo, algo que no se puede comprar. Lo podemos recibir si tenemos la actitud de querer recibir esa fuerza que viene de lo alto para que nos de la vida. Con paciencia espera a que se lo pidamos. Decimos en el Credo: “creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida”. Es la vida que tiene poder sobre la muerte, tiene poder sobre nuestras tristezas, nuestras preocupaciones.

Dios nos ama y no nos deja huérfanos, nos regala el Espíritu Santo que nos lo enseña todo y nos dice: “no te preocupes por el mañana, cada día tiene su afán, ánimo, yo estoy contigo, no te dejo solo”.

Los Dones del Espíritu Santo nos llevan hacia la Verdad. La Verdad es que Dios nos ama y así podemos superar el escándalo de la cruz, del sufrimiento. El Espíritu Santo nos hace superar ese miedo a la cruz.

El Espíritu Santo dentro de ti pide la salvación de ti, pide no ser esclavo ni torturado por el poder del pecado. Pide dentro de nosotros, gime pidiendo que se pueda amar y dar la vida. Que podamos humillarnos, pedir perdón, reconocer que somos pecadores.

El Espíritu Santo no va a los que tienen todo solucionado, arreglado… no, el viene a convencernos de nuestro pecado. Así nos muestra la misericordia de Dios que ha hecho justicia en Cristo en la Cruz.

Este Espíritu quiere hacer maravillas en nuestras vidas, pidámoslo con humildad.

Si quieres saber más no te pierdas este artículo sobre los frutos del Espíritu Santo.

Aquí puedes ver el vídeo del significado de los dones del Espíritu Santo en mi canal de YouTube «Tu Escuela Católica». No olvides visitarlo y suscirbirte:

Un saludo, la Paz y hasta muy pronto:

ALICIA BEATRIZ MONTES FERRER

Fuente: Catequesis Seminario Redemptoris Mater Medellin. Colombia

 

 

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