Eutanasia. Sentido del sufrimiento y respuesta cristiana
Defensa de la Vida humana,  Ideología de género

Eutanasia. El sufrimiento y la respuesta cristiana. Parte 3.

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EUTANASIA. Control social. El sentido del sufrimiento y la respuesta cristiana.

La eutanasia tiene unos orígenes espeluznantes que ya analizamos en la primera parte de esta publicación. También el modo en cómo se va introduciendo en la sociedad para que se acepte y se apoye así como  las diferentes acciones que se llevan a cabo mediante esta práctica.

Hemos diferenciado  entre las distintas denominaciones que nos encontramos y que no siempre tenemos claro que significan. Y, finalmente, en la segunda parte, los argumentos bien fundamentados de algunos médicos, que bajo su experiencia en este campo, nos han ayudado  la reflexión seria sobre la eutanasia.

A continuación veremos el fín que persigue la legalización de la eutanasia, si el sufrimiento tiene un sentido y la respuesta cristiana.

Es conveniente que nos paremos a pensar sobre esto si no queremos ser manejados como marionetas. Todo lo que acontece en el mundo en el que la política se inmiscuye para legitimizarlo, está más que pensado, organizado, medido y planeado.

Una vez que hallamos examinado esta cuestión, no podemos dejar por alto la respuesta que, como cristianos, debemos de saber dar de la mano de los documentos eclesiásticos que en relación a la eutanasia, nos ofrecen respuestas.

Hacia el control social

Detrás de la eutanasia hay toda una estrategia social que nos lleva a alcanzar una sociedad donde tengan cabida tan sólo las personas “aptas” en base a su funcionalidad. Se nos está dirigiendo, desde hace décadas y bajo diversas tácticas, a un control idóneo para mantener un equilibrio (reducción) poblacional que,  según algunas mentes  excesivamente “iluminadas”, es necesario tener para repartirse mejor (entre ellos) las riquezas y recursos de este mundo. Entre sus formas más sobresalientes encontramos la cultura de la muerte mediante el aborto y la introducción del pensamiento del género.

La eutanasia no es ayudar a morir dignamente, es ayudar a suicidarse.

Tras muchas de las peticiones de los que piden morir, suelen haber trastornos psicopatológicos y cuando esos trastornos son tratados por especialistas adecuadamente, desaparece el deseo de morir. A su vez, puede darse el caso de que se les ha inducido de una manera u otra a optar por esta decisión fatal.

¿No es acaso cruel insinuar, incluso decirle a los enfermos deficientes, crónicos o con alguna minusvalía, que su vida no merece la pena ser vivida?.

Eutanasia. Control social

De esta manera se les hace pensar que la eutanasia es lo mejor para ellos introduciendo la idea de que es una acción generosa… Como vemos esto es una manipulación mental en toda regla.

El resultado final hacia el que vamos siguiendo estos argumentos y prácticas lo podemos observar en Holanda tal y como ya expliqué anteriormente: se llega a admitir que hay vidas que no merecen la pena ser vividas.

Visión utilitarista de la medicina

La eutanasia sería el sustituto de una intervención terapéutica, psicológica y social racional, con el pretexto de que puede mejorar la calidad de vida de los pacientes terminales.

Decir que se ayuda a una persona por solidaridad a morir, es una aberración. Es querer esconder la realidad y someter la conciencia a mentiras disfrazadas de buenismo.

En el fondo de estos errores propios de mentes ciegas se encuentra una visión utilitarista de la medicina, dentro de la cual no tiene cabida el cuidado por los más débiles, ya que, según esta visión equivocada, conduce a la propia destrucción de la raza humana.

Despenalizar la eutanasia nos llevará necesariamente a acabar cometiendo los actos tan crueles que se cometieron el EEUU y bajo el mandato de Hitler. Es cuestión de tiempo.

Se habla de vidas con menos valor, vidas inútiles, terminación de vidas carentes de valor… aunque con un lenguaje sutil que llega a embaucar y confundir al oyente envuelto con sentimentalismos que tocan la fibra sensible del oyente.

La bandera del progresismo

Actualmente la eutanasia es un tema propio de las llamadas mentalidades progresistas. Parece incluso ser “políticamente correcto” algo que, si nos paramos a pensarlo, es un acto violento e irreversible.

Estamos justificando ayudar a morir a alguien, en lugar de ayudarle a paliar su dolor y sufrimiento psíquico y físico, con la bandera del progresismo.

La labor de los médicos es solucionar los problemas de una enfermedad y, la eutanasia, lejos de esta misión, lo que hace es quitarse el problema de encima.

Cuando se pide el derecho a morir, que no es tal porque el único derecho que existe es el de la vida, se va autodestruyendo la humanidad.

Los medios comprados por los poderosos que controlan este mundo son los que deciden por nosotros lo que está bien, lo que se debe hacer, cómo hemos de opinar y quienes sobran en esta sociedad. Los demás, los que no admitimos esta imposición ideológica, somos directamente tachados de retrógrados, antiprogreso, racistas, insensibles…

Pero quizás seamos más progresistas que ellos, porque el progreso está en favorecer todo lo que sea desarrollo, todo lo que favorezca el crecimiento de la persona, de la humanidad.

Progreso es ayudarnos unos a otros en todas las circunstancias especialmente hacia los más indefensos y débiles.

Una sociedad progresista es aquella que invierte en la salud física y psíquica de sus ciudadanos. El progreso engendra vida.

Sin embargo las  políticas están muy alejadas en utilizar el dinero público para cuidados paliativos. El progreso que quieren es ahorrar el máximo posible, y claro, los enfermos cuestan grandes sumas de dinero al Estado…

Y quizás, por esto, seamos más sensibles que todos estos que piden la legalización de la eutanasia, porque nos sensibilizamos con los enfermos, con su profundo dolor. Porque apostamos por cuidarlos con amor, ternura, paciencia… empleando todos los medios tecnológicos que el progresismo bien entendido, nos ha traído. Porque nos sentimos responsables de los sufrientes ayudándoles a finalizar sus últimos días de vida con su verdadera dignidad que se merecen, no despojándoles de los más valioso que tenemos: la vida.

Eutanasia. Control social

Una evidencia de este control poblacional es que en Europa tenemos ya la insostenible situación de que cada vez hay más ancianos y menos nacimientos.

No interesa que la población aumente pero sí que conviene que se quiten de en medio a los no productivos para la sociedad.

En la vida hay sufrimientos.

Nos engañan haciéndonos creer que la vida es todo un camino de rosas. Que en la vida hay que buscar el bienestar cueste lo que cueste.

Pero en la vida hay sufrimiento, hay dolencias… y también está la muerte como una etapa natural de nuestra existencia, que para los creyentes nos supone el principio de otra vida… la Vida Eterna.

La “calidad de vidano ha de suponer ausencia de malestar, enfermedad física o psicológica.

No hay vidas sin valor.

La dignidad de los enfermos es independiente de su calidad de vida. Aún más, las personas que tienen grandes sufrimientos son las que precisamente necesitan una mayor atención.

La respuesta de la Iglesia católica.

Tras lo analizado no es difícil llegar a la conclusión de que  esta civilización ha despreciado la moral cristiana.

El hombre desprecia a Dios, lo aparta de su vida y el resultado es una vida sin referentes, sin guía, sin principios coherentes. Una vida sin su verdadero origen y fin acaba perdiendo el sentido de su existencia.

Esta es la principal misión de los padres y educadores: mostrar a los niños el verdadero sentido de su existencia, ¿Qué les vamos a transmitir si ven que huimos de la entrega incondicional en el cuidado de los más débiles?

La moral cristiana, que es la que se quiere destruir, en favor de una ética utilitarista y superficial, indica lo que se debe hacer para ser libres y felices plenamente, así como lo que se debe evitar. En su lugar se incita a rendir culto a la nueva moral del libertinaje que, casi siempre, lleva aparejada la falta del respeto a la dignidad humana, la cual incluye la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, no provocada.

El verdadero humanismo

Tal y como comenté en el artículo anterior, en la II parte, el enfermo ha de saberse amado hasta el último instante de su vida. El verdadero amor vela por la vida , aun a costa del propio sacrificio. Esto se aprende desde la propia familia, la cual ha de ser valorada y respetada por la sociedad. El servicio al bien común debería incluir apoyo social y económico, como nos indicando el documento de la Conferencia Episcopal Española «La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad»

Un verdadero humanismo se debe centrar en la dignidad de la persona, especialmente hacia los más vulnerables.

Nuestra sociedad desprecia a los débiles y atenta contra sus vidas.

Eutanasia. Control social

La eutanasia fruto del hedonismo y el individualismo.

Nos adentramos cada vez más en la llamada “cultura de la muerte” citada ya desde el Concilio Vaticano II, tal y como apreciamos en la DECLARACIÓN «IURA ET BONA» SOBRE LA EUTANASIA.

«Mi vida es mía: nadie puede decirme lo que tengo que hacer con ella» «Tengo derecho a vivir, pero no se me puede obligar a vivir«. Afirmaciones como éstas son las que se repiten para justificar lo que se llama «el derecho a la muerte digna», eufemismo para decir, en realidad, el «derecho a matarse». (COMISIÓN PERMANENTE de la CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Declaración La eutanasia es inmoral y antisocial)

Los cristianos no podemos callar ante estos atentados a la vida, debemos combatirla y denunciarla, es nuestro deber defender la Verdad del ser humano.

El mundo ha perdido el sentido de la vida, tiene miedo al sufrimiento, busca una vida placentera y cómoda, esquiva las preocupaciones y problemas que les puedan causar «otros»… aunque esos «otros» sean sus propios familiares, su propio esposo, su hijo, su madre…

Estamos presenciando un impresionante desprecio hacia la vida humana y pocas son aún las voces que se escuchan defendiéndola.

Nos pretenden engañar con palabras cuyos significados están manipulados: muerte digna, muerte dulce. Es una falsa y equivocada libertad en la toma de decisiones y búsqueda de los deseos personales como máxima realización.

La vida es un regalo

Para los cristianos la vida es sagrada y no nos pertenece pues es un don, por puro amor de Dios que nos ha creado. Nos ha querido en su infinita misericordia regalarnos la vida a cada uno de los que habitamos este planeta tierra.

« Nada ni nadie puede autorizar la muerte de un ser humano inocente, sea feto o embrión, niño o adulto, anciano, enfermo incurable o agonizante. Nadie además puede pedir este gesto homicida para sí mismo o para otros confiados a su responsabilidad ni puede consentirlo explícita o implícitamente. Ninguna autoridad puede legítimamente imponerlo ni permitirlo ».

La Eutanasia niega el sentido del sufrimiento

Los cristianos sabemos que el sentido de nuestra vida está mirando al Cielo, a la Vida Eterna, y que toda nuestra vida terrenal va enfocada hacia ese horizonte. Despreciar la vida por el sufrimiento o por creer que ya no vale, es despreciar la historia que Dios hace con cada uno de nosotros. Cristo no huyó de la Cruz, del sufrimiento de los látigos, de las espinas clavadas de la corona ni de los clavos. Aceptó la voluntad de Dios y fue glorificado por ello.

El sufrimiento para el cristiano tiene un sentido pleno en Cristo.

Nos conduce de la muerte del dolor a la vida. Para entrar en esa Vida Eterna hemos de pasar primero por la cruz. Y esta cruz para los enfermos es ese sufrimiento causado por la enfermedad.

» Por eso, todos los hombres deben prepararse para este acontecimiento a la luz de los valores humanos, y los cristianos más aún a la luz de su fe». (IURA ET BONA)

El cristiano puede descansar de ese dolor ofreciéndoselo a Jesús y aceptando estar en comunión con él en el sufrimiento. Sin olvidar, claro está, los cuidados médicos legítimos que se han de utilizar para intentar disminuir al máximo ese dolor, tal y como ya vimos en el artículo anterior.

También para el que tiene ante sí a un familiar enfermo se le presenta una situación en la que ha de darse a este. Para el creyente será un momento clave de entrega y servicio superando con ayuda del Espíritu Santo las dificultades físicas, psíquica y emocionales que puedan ir surgiendo. Será entonces cuando se muestre la realidad del sentido de su vida: creado para amar a Dios por medio del amor hacia los demás.

«…Cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis» (Mt 25, 40).

Ese cuidado amoroso, ese darse incondicionalmente por amor, es, sin duda, el mayor regalo que pueda recibir un enfermo terminal.

Las súplicas de los enfermos muy graves que alguna vez invocan la muerte no deben ser entendidas como expresión de una verdadera voluntad de eutanasia; éstas en efecto son casi siempre peticiones angustiadas de asistencia y de afecto. Además de los cuidados médicos, lo que necesita el enfermo es el amor, el calor humano y sobrenatural, con el que pueden y deben rodearlo todos aquellos que están cercanos, padres e hijos, médicos y enfermeros”.

RESPETO A LA VIDA HUMANA

Cada ser humano inocente es absolutamente igual a todos los demás en el derecho a que se respete su vida. Cada hombre y a cada mujer se ha de tratar como persona y no como una cosa de la que se puede disponer.

Tan sólo sostenidos con la fe se puede llegar a aceptar el sufrimiento. Unicamente habiendo entendido el significado profundo del mandamiento principal de Dios, se puede entrar en los últimos días de vida sumidos en una enfermedad dolorosa, con sosiego interior: el amor a Dios y el amor al prójimo ( Lc 10, 25-27).

Sólo conociendo el sentido de nuestra existencia podemos comprender el sentido de nuestra muerte y así, cuando nos llegue la hora de dar ese paso, podremos «descansar en paz» con los ojos puestos en el Cielo.

 

Un saludo, la Paz  y hasta muy pronto!

ALICIA BEATRIZ MONTES FERRER

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