Qué es el pecado
Cuaresma y Semana Santa

Qué es el PECADO para los cristianos

Oímos hablar del pecado desde pequeños, pero no siempre sabemos exactamente qué es. Incluso hoy en día, entre tanta confusión ideológica y relativista, se va diluyendo el pecado haciendo creer a mucha gente que no existe.

Por esto, y sobre todo en el tiempo de Cuaresma, hemos de acercarnos a esta realidad que a todos nos afecta y ser conscientes para así poder luchar con las Armas del Señor, contra este mal que nos esclaviza.

¿Qué es el pecado?

El pecado es rechazar el amor de Dios y ofenderle. Esto sucede cuando hacemos cosas que nos separan del Bien.

Hay cosas que hacemos siendo conscientes y de forma libre, es decir, sin que nos hayan obligado, que nos hacen daño a nuestro corazón y nos llenan de tristeza y dolor, donde no hay amor. Ese es el pecado.

El pecado original

¿Recuerdas cómo entró el pecado en el mundo por la desobediencia de Adán y Eva? El demonio les engañó y ellos no quisieron hacer caso a la voluntad de Dios. Por esto su desobediencia les hizo enfrentarse a Dios y eso es lo que nos pasa también a nosotros.

Dios nos enseña, por medio de su Hijo Jesús, el camino para ser felices. Pero somos tentados por el Demonio. Al igual que hizo con Eva, que se disfrazó de serpiente, con nosotros hace lo mismo, se introduce en nuestra mente, en nuestra vida, sin que nos demos cuenta si no estamos atentos, y nos engaña para que no hagamos caso a Dios. Él no quiere que seamos felices, por esto nos hace caer en el mal, en la tentación, en el pecado.

Ese pecado nos hace alejarnos de Dios, de su amor.

Dios nunca se aleja de nosotros, nos ama infinitamente, somos nosotros los que nos vamos apartando de su lado cuando hacemos, decimos o pensamos cosas que se alejan de su amor.

El pecado hacia el prójimo

Cuando pecamos no solo nos hacemos daño a nosotros. Siempre repercute en los demás y la semilla de ese mal les puede también hacer a ellos pecar. Es como si fuese algo que se contagia de unos a otros si nos estamos en Gracia de Dios con su Espíritu Santo.

Por esto es muy importante ser humildes, reconocer ese pecado, arrepentirnos y pedir perdón.

Cuando le insultas a alguien, por ejemplo, ya estás pecando. Cuando le pones a alguien una excusa para no hacer algo y no es cierto, estás pecando. Cuando no ayudas en casa a tu familia, estás pecando. Como ves, el pecado es algo diario.

Algunos creen que pecar es no matar, no robar y poco más, pero el pecado al fin y al cabo es no amar. Y ten en cuenta que, si insultamos, si mentimos o si no ayudamos o incluso criticamos, no amamos a esas personas.

El pecado no sólo se comete al hacer algo, lo que se llama de obra, o al decir algo, que es el pecado de palabra, también se puede pecar al no hacer una buena acción, es decir, pecado de omisión. E incluso con el pensamiento, cuando pensamos algo malo. Dios nos ayuda a luchar contra ese mal.

Nuestro mundo, en el que hay muchas personas que no creen ni en Dios, ni en el pecado, está lleno de actitudes egoístas que son pecados que se contagian unos a otros con terribles consecuencias como el hambre, la pobreza, las injusticias, y las guerras.

La Iglesia católica nos dice que son 7 los pecados: La Soberbia, la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia y la pereza.

La salvación del pecado viene por Cristo

El único que puede salvarnos del mal del pecado es Jesucristo, muerto y resucitado.

El sacramento del Bautismo nos borra el pecado original que tenemos por Adán y Eva. Sin embargo, las consecuencias quedan en nosotros. Y como continuamos pecando cada día, necesitamos el sacramento de la reconciliación para que se nos borre ese pecado y nos dé su Espíritu Santo para que podamos luchar contra él.

La muerte de nuestro ser

El pecado, nos hace entrar en una especie de muerte interior, la muerte ontológica de nuestro ser. Cuando decimos que Cristo murió y resucitó por nosotros para salvarnos se refiere a esto también. No solo nos abrió las puertas del cielo con su resurrección. Si no que nos regala el perdón de los pecados, librándonos de esa tristeza y sufrimiento interior que tenemos, con una nueva vida muy feliz cada día.

Cualquier pecado, por muy grave que sea, Cristo tiene poder de sanarlo, de perdonarlo y de borrarlo. Somos nosotros los que tantas veces no podemos aceptar esa limitación por nuestra soberbia y no nos podemos perdonar a nosotros mismos. Pero Él tiene poder para vencer esa esclavitud para siempre y regalarnos una vida auténtica de Hijos de Dios.

Así que pidamos con insistencia y fe todos los días a Dios que nos libre de la tentación del pecado como le pedimos en el Padre nuestro.

Un saludo, la Paz y hasta muy pronto:

ALICIA BEATRIZ MONTES FERRER

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